La influencia ascencional de un vértigo anaranjado, exterior al tiovivo, revolotea. La noche, en el intervalo, divide a las sombras, los mirajes se reflejan sobre la ceniza.

Que importa, todo volverá a entrar en el orden y el ruido en un solo día para siempre, cesará.

Que importa la suma de los efectos que prolonga la fuga, la duda persistirá.

Nada de lo que se dijo es verdadero. Sin embargo, en algunos lugares, a algunas horas, soy este insubordinado y perplejo viajero, que no representa ninguna particularidad.

Bajo la influencia ascencional de un vértigo anaranjado exterior al tiovivo, percibo la señal de algo evidente, raro, inédito, espléndido quizá, que no presenta ninguna particularidad, en ella lleva el recuerdo del otro, engullido en la ausencia hasta nunca.